Hoy brindo homenaje a Astorga, ciudad maragata que no sólo destaca por su Catedral o su Palacio Episcopal (obra del arquitecto catalán Gaudí) sino por una gastronomía digna de mención, desde el cocido maragato pasando por uno de los mejores chocolates del mundo, y acabando en sus mantecadas y hojaldres.
Os podéis imaginar que para alguien que desde niño lleva disfrutando de estos hojaldres, gracias a sus tíos y abuelos, me hace especial ilusión hacer una versión, espero que buena, de estos dulces.
INGREDIENTES:
- 1 lámina de hojaldre fresco
- 125 ml. de agua
- 175 grs. de azúcar
- 2 cucharadas de miel
- Zumo de medio limón
PREPARACIÓN:
Con una lámina de hojaldre saldrán aproximanda 15 hojaldres. Si queréis hacer más, tan sencillo como doblar todas las medidas.
En primer lugar, tendremos el hojaldre fuera de frigorífico el hojaldre como diez minutos antes de manipularlo.
Precalentamos el horno a 200ºC.
A continuación le haremos unos cortes haciendo cuadrados. En esta ocasión han salido 30 cuadrados. Si tenéis un corta pizzas es muy cómodo.
Si sólo usáis una lámina de hojaldre, a la mitad de los cuadrados de hojaldre les haremos un orificio en el centro con la ayuda de una boquilla de manga pastelera o un descoronazor de manzanas, tal como podéis ver en las fotos.
Ya sólo queda montarlo.
En una bandeja forrada con papel de horno colocamos un cuadrado (sin orificio). A continuación con un pincel mojamos con un poco de agua y colocamos encima el otro cuadrado con el orificio. El agua ayudará a que los dos cuadrados queden pegados.
Completamos con todos los cuadrados de hojaldre.
Dejaremos en el horno 15 minutos a 200ºC aproximadamente o hasta que estén dorados.
Sacamos y dejamos templar.
Ya sólo queda elaborar el almíbar. Para ello en un cazo ponemos el agua, el azúcar, la miel y el zumo del limón. Lo dejamos cocer a fuego fuerte durante 5 minutos, para luego bajarlo al mínimo.
Con la temperatura más templada vamos pasando los hojaldres por el almíbar. Primero por un lado y luego por el otro. Yo los dejé 10 segundos por cada lado. Si los dejáis más luego quedan demasiado empalagosos.
Los sacamos a una bandeja con papel de horno para que no se queden pegados y listo.
Tal vez no queden exactamente como los comprados pero os puedo asegurar que el sabor y la presencia es espectacular, y si no tenemos la ocasión de pasar por Astorga, ésta versión casera es muy recomendable.
¿Os animáis a probar?
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